El tema que nos convoca no es nuevo, ni ajeno a la mayoría de los que estará leyendo este post dado que muchos de uds me conocen virtualmente, son seguidores de años de este blog, otros me siguen por twitter, otros son "amigos" de facebook y otros simplemente -como bien dice el nombre de este blog- son Perdidos que cayeron en este espacio cibernético.
Cuando éramos pequeños nuestros padres nos decían: "No hables con extraños". Pero claro, quien iba a imaginarse que a cierta edad nos ibamos a encontrar confiando en extraños del otro lado de una pantalla, de una red social, con un nombre y apellido que supuestamente es real y que seguramente corresponde a la foto que tiene aplicada en su "perfil" de usuario.
Queremos creer y muchas veces -la mayoría- depende de nuestro estado de ánimo, de nuestra vulnerabilidad el creer de más o de menos. El abrir oportunidades o cerrar puertas donde deberían haberse abierto. El ser auténtico o cometer sincericidio. El confundir amabilidad con interés. Pensar que un halago es una declaración de amor y que una crítica es un corte absoluto y sin retorno de una "amistad".
Y es que este mundo virtual nos fue cambiando el foco y sin darnos cuenta los que alguna vez acostumbrábamos a escribir postales a nuestros amigos cuando nos íbamos de vacaciones o intercambiábamos correspondencia, de pronto nos vimos inmersos en el mundo poco personalizado del mail, el chat, las redes sociales, los SMS, los MMS, los BBM y todas las nuevas siglas que van surgiendo y que emulan la simplicidad de los diálogos actuales.
Todos elementos que son parte de la modernidad en la que vivimos y que sin quererlo incorporamos a nuestra cotidianeidad.
Hace cuanto no escribis una carta manuscrita? Hace cuánto no enviás una carta por correo a un amigo o incluso hace cuánto no recibís en tu buzón "real" algo más que no sean facturas de impuestos, boletas a pagar, publicidades bancarias o marketing de empresas?
Se dieron cuenta que hoy es más común conocer el álbum familiar de una persona o su nuevo novio, sus salidas, su nuevo auto, el lugar donde veranea o que ropa interior usa antes que su tono de voz o incluso su letra manuscrita?
No estaría mal poder hacer un equilibrio de este mundo y aquél no tan lejano que muchos de nosotros vivimos y disfrutamos. No está mal poder hacer un regalo que sea real para un cumpleaños. Esa ceremonia de comprar un papel especial, elegir el color para envolverlo, armar el paquete con cuidado y dedicación. Adjuntarle una notita de puño y letra con nuestro garabato firma.
No sería mala idea enviarle una carta o una tarjeta a nuestra mejor amiga de puño y letra y que le llegue cuando el cartero pase por su casa. Si, son papeles que se acumulan pero acaso no guardamos también facturas de luz, gas, teléfono y cosas que no queremos guardar?. Entonces por qué no agregar algo más que nos guste tener a la vista?.
Volver a lo esencial. A conectarnos desde otro lado. Usar esta facilidad que nos da la tecnología para conocer gente y de la buena. Conocer personas que tal vez jamás podríamos haber cruzado por cuestiones geográficas, o por nuestros círculos de relaciones o simplemente porque nuestras diferencias de edades jamás nos iban a llevar por los mismos circuitos. Aprovechar eso y después desvirtualizar, algo así como deshacer los bits que conforman esa foto y convertirlos en piel, miradas, tacto.
Vivimos en un mundo tecnologizado y que pareciera dominar las mentes de quienes supieron resolver un problema sin usar la calculadora. Entonces, si de pronto se cae la red de datos de BlackBerry (como ocurrió en esta semana en Buenos Aires y otros lugares de Argentina) esas mismas personas sienten q de pronto están incomunicadas cuando realmente lo que no se dan cuenta es que probablemente estén más conectadas que nunca. Conectadas con una voz del otro lado del teléfono (porque no le pueden enviar un mail) o conectadas con la persona que tienen al lado en su viaje de regreso a sus hogares (porque no están mirando la pantalla de su Facebook o tuiteando).
Desconectarse hasta que punto no realmente conectarse?. Virtualidad, hasta que punto es convertirnos en bits a nosotros mismos y no reconocernos sin un @ delante de nuestro nombre?
Como siempre digo, todo en su justa medida. El equilibrio tiene el secreto y allí es donde podremos encontrar las soluciones a los inconvenientes cotidianos que pueden surgir de la tecnología pero que jamás deberíamos permitir que nos termine desdibujando un rostro, el tacto, las sensaciones. Pisar el césped, sentir la brisa, mirar las estrellas, transportarnos con un aroma a un viaje imaginario sin necesidad de Google Maps o un GPS. Viajar al pasado sin la precisión de una computadora y con la maravilla de un recuerdo.
Perdidos en el espacio Blog© 2011 Escrito por Leti